sábado, 12 de enero de 2013



En 2003, Colton Burpo, entonces de 3 años (foto), fue operado de urgencia de apendicitis. Cuatro meses después de la cirugía, les contó a sus padres que había visto cómo lo operaban, que había estado con Jesús y con una hermanita que nunca conoció (su madre tuvo un aborto espontáneo en 1998). Su padre recogió el increíble relato en “Heaven is for Real”, hoy número 1 en la lista de los libros más vendidos de The New York Times.




La historia de Colton Burpo, quien hoy tiene 11 años y vive en Nebraska, reaviva el debate sobre las experiencias cercanas a la muerte -o experiencias fuera del cuerpo (EFC)- que han tenido millones de personas en todo el mundo.
Lo curioso de los relatos de quienes han vivido estas experiencias es que todos pasaron por situaciones extremas de supervivencia, y coinciden en que salieron de sus cuerpos y se vieron a sí mismos en las salas de emergencia. Personas de todas las edades, colores, credos y nacionalidades cuentan que vieron un túnel con mucha luz, que se encontraron con sus seres queridos muertos y que sintieron una profunda sensación de paz. La personas que han tenido una experiencia cercana a la muerte tienen un patrón establecido de eventos por los que atraviesan:

  1. El paciente se siente flotar sobre su cuerpo, y ve el dormitorio, el quirófano o el lugar en el que se encontraba e incluso oye la declaración de su propio fallecimiento.
  2. Después, siente que se eleva y que atraviesa un oscuro túnel mediante una escalera o flotando en el vacío, y con una relativa rapidez.
  3. Ve aparecer una figura al final del túnel (que suele describirse como hermosa, blanca o transparente; a veces hay paisajes, voces o música).
  4. El paciente pasa a ser espectador, no siente dolor ni molestias: sólo percibe una paz interior.
  5. Algunas personas, sin embargo, aseguran haber tenido experiencias terroríficas en el más allá.
  6. Familiares o amigos difuntos van a su encuentro.
  7. Aparece una presencia o voz que se define en función de las creencias religiosas del paciente y se establece un diálogo sin palabras con ese ser que parece conocer todo sobre el moribundo.
  8. Se presenta una visión global pero íntegra de lo vivido, como si viese “su película”; el modelo más ajustado para describirlo según los testimonios es como el de una sucesión de filminas de momentos sueltos de la vida, no necesariamente importantes.
  9. El sujeto se ve delante de un obstáculo: una puerta o un muro y toma conciencia de que aún no ha muerto, y aunque sigue sintiendo una paz y tranquilidad indescriptibles y acogedoras, se da cuenta, y también eso le indican sus acompañantes, de que debe volver


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